Trazos Ideologicos

Corriente Nacional Libertaria

Desde un punto de vista histórico, vemos  como los momentos más decisivos de la historia, no siempre han sido momentos  cautelosamente preparados, sino que son momentos de espontaneidad, de libre decisión y amor a la patria, que se propagaron rápido como mecha y pólvora entre los demás, Tenemos ejemplos claros de individualismo libertario (que no anarquista) desde Don Pelayo, el Cid, Juana de Arco, y Agustina de Aragón y los momentos explosivos del 2 de Mayo en Móstoles. 


   

Nacionalismo Libertario o Nacional Libertario ¿El romance perdido?

Comúnmente consideramos al nacionalismo como uno de los polos opuestos de la libertad individual. ¿O hay exigencia menos libertaria que morir por la nación? Sin embargo, los primeros nacionalistas eran férreos enemigos del Estado. Conviene recordarlo en estas breves líneas.
Sin duda, la tradición sitúa a Johann Gottfried Herder como el núcleo de lo que después se convertiría en el movimiento nacionalista en la Alemania del siglo XVIII y XIX, cuyo zenit sería sin duda el discurso a la nación alemana de Fichte. Éste último, sin duda era un nacionalista como lo conocemos hoy en día, pues veía en el liberalismo una doctrina política absurda y en el amor a la patria la única forma de alcanzar la libertad. Fichte es sin duda el padre del término moderno de nacionalismo.
Herder, sin embargo, tenía en mente otros proyectos. Recuperando los mitos tradicionales del antiguo Sacro Imperio Germánico y recopilando la sangre nueva de la literatura germánica, Herder inspiró el Sturm and Drag y el movimiento pre romántico. En otrora amigo de Kant, en su edad adulta, fue cobijado por Hamann, enemigo de Kant y conocido como el mago del norte, con cuyas ideas acerca de la lengua como espacio de verdad comulgaba más que con las de una razón y una moral pura. Herder estaba convencido de que el espíritu de los alemanes era nutrido por la tierra, por su forma de vivir, por la familia y por las tradiciones, en resumen, por aquello que denomino Volksgeist. Un espíritu germánico que iba más allá de la división política que existía en aquel tiempo. En este sentido, el Volksgeist estaba antes que la política.
Recordemos qué pasaba políticamente en ese entonces. Federico II, el Grande, era el rey de Prusia, región que, por su poderío militar, económico e intelectual, controlaba, junto con Austria, la región germana. Federico el Grande era el parangón del Déspota Ilustrado, lo que le valió el reconocimiento del mismo Kant en su “¿Qué es la Ilustración?”. Sin embargo, Federico II era un gran admirador de la cultura francesa; basta contemplar su copia de Versailles, Sanssouci, a las afueras de Berlín, la capital de Prusia, para darnos cuenta de lo influenciado que estaba por la civilización francesa. Así mismo, Federico exigía a sus artistas alinearse con los cánones del clasicismo francés y se lamentaba que el pueblo germánico careciera de talento como su vecino del Oeste.
El afrancesamiento de la corte era una tradición para Herder y para todos sus continuadores. El arte, la literatura y el modo de vida del pueblo germánico no correspondían con el del francés simplemente porque su espíritu era diferente. Para Herder, Federico II era el rey afrancesado que no sabía ver el Volksgeist de los germanos y de ahí venía su ignorancia y su intento por cambiar a través de la política lo que la naturaleza había hecho por la historia. Podemos ver que Herder por lo tanto veía en la política una artificialidad que trataba de cambiar lo que el pueblo era por naturaleza, sus costumbres, su historia, su modo de vida. La política era algo así como un artificio que podría a los hombres porque los alejaba de sus lazos más íntimos, sus lazos espirituales.
Isaiah Berlín afirma que Herder era mucho más cercano a Bakunin que a Hitler, pues creía en lazos primordiales entre los hombres, relaciones que no pasaban por la política, sino por su espíritu, que a fin de cuentas no puede ser más que heredado. Herder creía que toda coerción estatal transformaba y mutilaba el espíritu de los hombres. Berlín afirma que Herder creía en el “comercio” entre los hombres, “comercio” como la relación que no pasa por una imposición, sino por la voluntad de dos personas que, reconociéndose en el mismo espíritu, deciden vivir en paz con sus semejantes.
Así pues, vemos que el nacionalismo, en su origen, es un tipo de anarquismo. Tal vez lo hemos olvidado tras tanta sangre derramada en nombre de la patria, pero de vez en cuando es bueno recordar que el proyecto nacional empieza como un proyecto de libertad personal.

Derecha libertaria PaleoLibertarios en la peninsula Iberica

Raices paleolibertarias en la peninsula Iberica
Los paleolibertarios rechazamos la idea que el paleolibertarismo sea un híbrido sacado de fusionar ideas contrapuestas en laboratorio, como puede ser el nacional-bolchevismo, strasserismo, anarco maoismo, nacional-anarquismo etc. Si no que es la evolución racional y no dogmática de un compendio de ideas llevadas a la practica como fue en su día el abortado Mellismo. 
El paleolibertarismo tiene raíces en el tradicionalismo de Vazquez de Mella, Vazquez de Mella,  ya auguro que sin un cambio radical del Tradicionalismo el tradicionalismo no avanzaría y no tendría mucho que hacer. Cosa que los mismos integristas tradicionalistas no supieron entender, tirando a bajo ese gran proyecto de Vazquez de Mella, llamado Mellismo. Nada que ver con el que años mas tarde crean el Partido Carlista, un híbrido de laboratorio y una herejía infumable cercana al marxismo y sus teología de la liberación y de sus intentos por ser parte reconocida de Izquirda Unida y Pòdemos. La Falange por otro lado, creado por parte de patriotas liberales, que tratan de renovar el tradicionalismo, tubo también sus intentos pero estos con un tinte de la época, claramente fascista al menos en su forma mas que en su ideología, tratando de deshacerse años mas tarde de sus dos lastres el fascismo y el Franco-falangismo. Estos proyectos han sido raptados por la mentalidad liberal pequeño burguesa, defensa a ultranza de lo que muchos llaman  los rasgos nacionalismo español Estado-Nación, catolicismo en ambas facetas tradicional como liberal, toros, sevillanas etc. 
Las ideas libertarias nada que ver con el anarquismo ya que se puede ser libertario sin ser anarquista, el anarquismo de viejo puño tenia una fuente mas sana, aunque erróneo por su idea de rechazo a toda autoridad ya sea moral ética y la validez de recrear a su antojo esa moral o etica  su demasiado apego a mayo del 68 la invalidan también etc. Evidencia su claro satanismo ya es la mismo que dijo el angel caido Lucifer a DIOS "Nonservium" en vez de "Serviam"  
Nuestro rechazo al nacionalismo y fascismo por lo no entendemos eso idolatrar a una raza, estado o a una personalidad con ese exagerado personalismo. Y nuestro rechazo a las formas políticas del liberalismo y amor a al libertad tal como entiende el cristianismo en un principio. El paleolibertarismo tiene la raiz y su sustento (o como dirían algunos esa mera coincidencia) en algunos de los rasgos mas característicos de estas ideologías que antes hemos nombrado, pero en conjunto por sus causas y procesos hemos rechazado, nos llevan a conformar esa ideología llamada Paleolibertaria.  

La derecha Libertaria mal llamada conservadurismo libertario o libertarismo conservador y entienden las ideas conservadoras como ideas tradicionalistas así nosotros lo renombramos como tradicionalismo libertario, libertarios tradicionalistas, Paleolibertarismo ó Paleoconservadurismo este  término describe ciertas ideologías políticas que procuran fusionar las ideas libertarias y las ideas de la derecha tradicional o tradicionalistas.  Con respecto a la necesidad de menos gobierno y más sociedad  y de un estilo de vida tradicional pero respetuoso de la libertad individual. Frank Meyer, cofundador de National Review, denominó esto "fusionismo", un término político norteamericano.
Anthony Gregory ha escrito que el "libertarismo (conservador) no siempre  puede referirse a cualquier número de orientaciones políticas variables y en ocasiones mutuamente excluyentes", tales como "el interesado principalmente en las libertades económicas", ya se suelen basar en un economía anticapitalista o un capitalismo muy muy moderado, siguiendo el "el estilo de vida tradicional  de la derecha libertaria", la búsqueda "de otros para que abracen su propio estilo de vida Tradicional", considerar a las empresas grandes "como una gran víctima del Estado", a favor de una "fuerte defensa nacional" y tener "una oposición Old Right al imperio." Sostiene que la cuestión no es de derecha o de izquierda, sino "si una persona ve al Estado como un peligro importante o sola otra institución a ser reformada y dirigida hacia un objetivo político."4
Para la Derecha libertaria  las normas y las tradiciones son necesarias para el orden social, Dios, patria  pero nunca puede olvidarse que Dios nos hizo libres y por tanto la defensa de la libertad individual y lo colectivo tiene que estar balanceado.
Laurence M. Vance escribió que "Algunos libertarios consideran al libertarismo un estilo de vida más que una filosofía política... Estos libertarios de "estilo de vida" o "cosmopolitas", algunos de los cuales - en detrimento de su causa - son condescendientes, snobs pomposos, no se contentan con los libertarios conservadores personalmente y culturalmente (como Ron Paul) tolerando la diversidad, sino que quieren asimismo celebrar la depravación. Al parecer, no saben la diferencia entre el libertarismo y el libertinaje".7 Sin embargo, Edward Feser destacó que el libertarismo no requiere que las personas rechacen los valores tradicionales conservadores.1
El congresista por Wisconsin, Paul Ryan, ha dicho que "Un "libertario" que quiere un gobierno limitado debería incluir los medios para su libertad: prósperas instituciones mediadoras que crean las condiciones morales de los mercados económicos y la elección. Un conservador en "cuestiones sociales" con celo por la justicia debe insistir en una economía de libre mercado para abastecer las necesidades materiales de las familias, escuelas e iglesias que inspiran la vida moral y espiritual. En pocas palabras, la idea de separar lo social de los problemas económicos es una opción falsa. Se derivan de la misma raíz."8

PALEOCONSERVADURISMO
El paleoconservadurismo (a veces abreviado a paleo o paleocon cuando el contexto es claro) es un término que define una filosofía política conservadora establecida principalmente en los Estados Unidos. El paleoconservadurismo se caracteriza por su defensa de la tradición, el gobierno limitado, una sociedad civil fuerte, el anticolonialismoanticorporativismo y el antifederalismo. Esta filosofía política defiende también la identidad religiosa, local o regional, nacional y occidental. Chilton Williamson describe el paleoconservadurismo como la expresión del arraigo: un sentido de lugar y de historia, un sentido de la persona derivado de los antepasados, los familiares y la cultura. Una identidad que es tanto colectiva como personal
Los paleoconservadores en el siglo XXI frecuentemente señalan como puntos de desacuerdo con los neoconservadores las posturas frente al intervencionismo militar, la inmigración ilegal y las cantidades de inmigrantes legales permitidas, el multiculturalismo, la discriminación positiva y la ayuda al desarrollo, a lo cual se oponen. También critican las prestaciones sociales y la socialdemocracia, a los cuales se refieren como "el Estado director y terapeuta", el "el Estado del Bienestar y la guerra" o el "totalitarismo educado". En los Estados Unidos se ven como los herederos legítimos de la tradición conservadora americana.
Paul Gottfried introdujo este término en la política actual.

La tradición familiar

En sí podemos caracterizar parte de las ideas paleoconservadoras, en la creencia de que la familia es el centro de nuestras raíces y por eso, según el ideal paleoconservador, debe ser postergada no solo mediante lazos sanguíneos pero sí mediante la cultura y la tradición de pensamiento que lleva ésta.
Los paleoconservadores consideran como fundamento a la familia, y a su vez, ven en ésta una forma fundamental de mantener la sociedad no sólo del pasado sino también las futuras generaciones que van a recibir ese legado.
Defienden los matrimonios heterosexuales principalmente por la idea de que este tipo de matrimonios da hijos que sí tienen buenos padres; buenos fundamentos darán el futuro de la sociedad, en contraste ellos ven en las uniones entre el mismo sexo una forma de degeneramiento de la cultura, ven pérdida del pensamiento con el cual el ser humano ha regido casi toda su historia. Por esta razón desaprueban todo tipo de relación homosexual, y a su vez están en contra del aborto y la destrucción de la vida de cualquier ser humano que no haya tenido la opción de elegir acerca de su muerte.

La herencia conservadora

Los paleoconservadores defienden el legado que han dejado las enseñanzas en el ideal, por la larga historia de personajes conservadores y de libertadores que defendieron los ideales; aunque estuviera gran parte de la sociedad en favor o en contra de ellos.
Debido a ello, los paleoconservadores que viven en Estados Unidos particularmente, están en contra de conflictos tales como la guerra en Iraq, ya que no ven nada conservador en estos conflictos y consideran que estos dañan tanto a la Iglesia como a la cultura en general. Cabe decir que este tipo de conservadurismo defiende en especial a la Iglesia, porque ésta fue y colaboró con gran parte de las ideas que dieron lugar a los procesos en contra de sistemas liberales y comunistas.
A su vez defienden a pensadores como Burke y Kirk, y gran parte de los planteamientos de éstos son usados como fuente del ideal; principalmente, como se ha mencionado, la tradición familiar y cultural, el cambio cuando es necesario (no cambio por cambiar), el evitar conflictos sin sentido así como influencias de personas con interés propios, por todo esto los paleoconservadores son ajenos a incentivar conflictos y disputas internacionales; en ese sentido son de tendencia aislacionista.

Paleolibertarismo
El paleolibertarismo es una corriente del libertarismo fundado por Murray Rothbard y Lew Rockwell, y predominante en el Ludwig von Mises Institute.

La filosofía paleolibertaria desarrolla sobre la base de la validez y eficacia de las autoridades e instituciones civiles sobre las estatales alternando entonces una finalidad anarquista con el conservadurismo moral y cultural.

Los afiliados a la doctrina han elaborado respuestas al anticlericalismo, el abstencionismo y una marcada división con el anarquismo individualista en que se funda el anarquismo de mercado así cómo reciben influencia directa de la Escuela Austriaca y la vieja derecha estadounidense.

Entre los más destacados paleolibertarios están Murray Rothbard, Lew Rockwell, Hans-Hermann Hoppe, Ron Paul, Thomas DiLorenzo, Justin Raimondo y Joseph Sobran. Rockwell, quien creó el término en 1990, sostuvo en 2007 que ya no lo usa y prefiere sólo libertario ya que sostiene que se generó la confusión de que un paleolibertario es un paleoconservador.1

Pueden observarse esta características generales:

Aceptación abierta de vía política.
Alianza política e intelectual con el paleoconservadurismo.
Fuerte oposición a la guerra y la intervención extranjera (aislacionismo).
Descentralización política radical e inclusive secesión (la mayoría de paleolibertarios suscribe a algún tipo de anarquismo capitalista, aunque mantienen el debate de qué hacer con la inmigración mientras existe el Estado).
Compromiso con un enfoque iusnaturalista de la teoría libertaria en oposición a la teoría utilitarista.

Aboga por el derecho de propiedad, la libertad de asociación, y promueve enérgicamente el valor de la religión en la sociedad libertarismo católico y la moral judeocristiana debido a que puede contener fundamentos culturales interpretables como oposición frente al Estado. Constituye además un intento por acercar a los sectores conservadores más antiautoritarios y a la clase media sureña hacia las ideas libertarias.

El manifiesto paleo-libertario, de Lew Rockwell (1990)
La cuestión del paleo-libertarianismo*
por Llewelyn H. Rockwell, Jr.

*Este texto es una traducción amateur propia al castellano del artículo original. No necesariamente comparto las opiniones expuestas en este artículo de Rockwell.

Hace treinta años, hubo un intento de promover una fusión entre el libertarismo y el conservadurismo. El intento fracasó; Llewelyn H. Rockwell, Jr, cree que es el momento de volverlo a intentar.

Patrick J. Buchanan sostiene que América debería «volver a casa»: no somos «ni la policía del mundo ni su tutor político». Ben Watternberg, un neocon defensor de lo que Clare Boothe Luce llamó globaloney, acusa a Buchanan de "Neanderthal". Joseph Sobran entonces se dio cuenta de que la democracia no es un bien por si mismo, sino solamente hasta que restringe el poder del estado. Jeanne Kirkpatrick -una antigua Demócrata de los de Hubert Humphrey como la mayoía de neocons- dijo que ninguno de estos argumentos intelectuales significan nada porque los neocons sostienen el poder del estado y no lo van a dejar escapar.

A pesar de Kirkpatrick, estos argumentos fueron extremadamente significativos, y más cuando se trata de política exterior. Mientras se pone a descubierto que la URSS es un gigante de juguete, los buenos conservadores están regresando a sus raízes, a la Old Right, la derecha antigua, también en otras areas. Los conservadores están cuestionándose no solo la intervención exterior, sino el entero aparato New Deal-Great Society-Kinder Gentler. Esto preocupa a los neoconservadores todavía más, dado que ellos, como mucho, dan dos hurras para el capitalismo pero tres hurras por el "estado del bienestar conservador".

Este colapso conservador presenta una oportunidad historica para el movimiento libertario. La Guerra Fría rompió a la derecha; ahora puede empezar la curación, porque el axioma de Lord Acton, «La libertad es el fin político más alto» no es solo la máxima del libertarismo, sino también la del viejo conservadurismo. Muchas publicaciones separan los buenos conservadores de los buenos libertarios, pero el número de estas está decreciendo y ninguna de ellas es tan amplia para evitar el diálogo inteligente y la cooperación entre ambas ideologías.

No obstante, han habido más que disputas ideologicas entre libertarismo y conservadurismo; la cultura también les ha separado. Por lo tanto, la división ha estado presente en esta cuestión, en la cual los buenos libertarios y los buenos conservadores hemos olvidado cómo hablarnos los unos a los otros. En nombre de nuestros ideales comunes deberíamos restaurar la antigua concordia. ¿Pero podemos hacerlo? Desde mi punto de vista, no podemos hasta que el libertarismo see haya despiojado.

Los conservadores tienen razón: la libertad no es suficiente

Los conservadores siempre han sostenido que la libertad política es necesaria pero no suficiente para una buena sociedad, y están en lo cierto. Tampoco es suficiente para una sociedad libre. También necesitamos instituciones sociales y convenciones que fomenten la virtud publica, y protejan el individuo frente el gobierno.

Desafortunadamente, muchos libertarios - especialente los del Partido Libertario (LP), ven a la libertad como necesaria y suficiente para todos sus propósitos. Peor aún, ellos equiparan libertad frente la opresión del estado con libertad frente a las normas culturales, la religión, la moralidad convencional, y la autoridad social.

En sus 17 años de historia, el LP no ha podido obtener ni el 1% de los votos en las elecciones nacionales, pero ha manchado con tinta libertina la idea política más gloriosa de la historia de la humanidad.

La mayoría de americanos están de acuerdo en que la agresión contra personas inocentes y sus propiedades está mal. Pese a que esos millones de americanos sean libertarios en potencia, se han desalentado por el 'sabor' del movimiento de Woodstock. Hair puede haber dejado Broadway hace mucho tiempo, pero la Era del Acuario sobrevive todavía en el Partido Libertario. La cultura anti-normas que muestra la imagen libertaria es aberrante; no tiene nada que ver con el liberalismo per se; y su bagaje es terrible. Si no hacemos nada para dar la vuelta a la situación, perderemos la mejor oportunidad en décadas.

Los americanos rechazan el Partido Demócrata porque ven en él un desprecio a los valores burgueses. Si hubiesen oído algo acerca del LP, lo hubiesen rechazado por razones similares. 

El Partido Libertario es probablemente irreformable - e irrelevante incluso si no lo fuera. Lo mismo se puede decir del libertarismo. A no ser que limpiemos el libertarismo de su imagen cultural, nuestro movimiento fracasará tan miserablemente como ha fracasado el LP. Continuaremos siendo vistos como una secta que «resiste a la autoridad» y no solamente al estatismo, que promueve las actividades que quiere legalizar y que rechaza los valores de la civilicación occidenal.

Los argumentos contra la guerra de las drogas, por muy intelectualmente convincentes que sean, se debilitan cuando provienen del partido de los colocados. Cuando el LP nombra a una prostituta como candidata a vicegobernadora de California y es ampliamente admirada como una celebridad del partido, ¿no puede contribuir a que el americano normal y corriente piense que el libertarismo es hostil a las normas sociales, o que la legalización de tales actividades como la prostitución signfica su aprovación moral? Podria ser políticamente suicida o una conexión moralmente errónea, pero el LP lo ha olvidado. Con sus creencias contracultura, muchos libertarios han evitado tratar asuntos de creciente importancia para la clase media americana.

La única manera que tiene el libertarismo de romper el vínculo que se ha creado con el libertinaje es mediante un debate purificador. Yo quiero empezar ese debate, y con los fundamentos apropiados. Como G.K. Chesterton dijo, «Estamos de acuerdo respecto al mal; es por el bien por lo que deberíamos arrancarnos los ojos».

Un libertarismo culturalmente efectivo para América

Si hemos de tener alguna oportunidad de victoria, debemos descartar el defectuoso entramado del libertarismo actual. Yo haría un llamado a adoptar la propuesta que sugiero, el "paleolibertarismo", el viejo libertarismo, con sus principios culturales basados en la ética.

Uso el término de la misma forma que los conservadores usan "paleoconservadurismo": no es un nuevo credo, sino que se remonta a sus raíces, que también les distingue a ellos de los neoconservadores. No tenemos ningun paralelismo con los neocons, pero es urgente distinguir el libertarismo del libertinaje. 

Brevemente, el paleolibertarismo, con sus raíces profundas en la Old Right, entiende:
El estado leviatánico como la fuente institucional del mal al largo de la historia.
El libre mercado sin obstáculos como imperativo moral y práctico.
La propiedad privada como una necesidad económica y moral para una sociedad libre.
El estado militarizado como una amenaza preeminente a nuestra libertad y a nuestro bienestar social.
El Estado del bienestar como robo organizado que victimiza los productores y eventualmente incluso a sus "clientes".
Las libertades civiles basadas en los derechos de propiedad como fundamento de una sociedad justa.
La ética igualitaria como moralmente reprobable y devastadora de la propiedad privada y de la autoridad social.
La autoridad social - personificado en la familia, la iglesia, la comunidad, y otras instituciones intermediarias- como beneficiosa para proteger al individuo frente al Estado y como necesaria para una sociedad libre y virtuosa.
La cultura occidental como digna de preservación y defensa.
Los valores morales objetivos, especialmente aquellos fundados en la tradición judeocristiana, como esenciales para un orden social libre y civilizado.
¿El paleolibertarismo es libertario?

Un libertario debería estar de acuerdo con los primeros seis puntos, pero la mayoría de activistas se escandalizarían con los cuatro últimos. Aunque no hay nada de no-libertario en ellos. 

Una critica podría ser que el libertarismo es una doctrina política que nada tiene que ver con esos asuntos. Hasta cierto punto, esta critica podria tener parte de razón. El catequista libertario necesita conocer solo una respuesta a una pregunta: ¿Cuál es el fin político más alto del hombre? La respuesta: libertad. 

Pero ninguna filosofía política existe en un vacío cultural y, para la mayoría de personas, una identidad política es solamente una abstracción de una visión cultural más amplia. Ambas pueden ser separadas solo a nivel teórico; en la practica, son indisolubles. 

Por consiguiente, es comprensible y deseable que el libertarianismo tenga una tonalidad cultural, pero que no sea anti-religiosa, modernista, relativista moral e igualitarista. Tal tonalidad, ahuyenta a la gran mayoría de americanos y ha contribuido a que el libertarismo no pase de ser un pequeño movimiento.

El ataque del conservadurismo al libertarismo

Ninguna de las críticas conservadoras a la filosofía política del libertarismo es convincente. Esto mismo no es cierto, lamentablemente, en las críticas culturales.

Russel Kirk es el crítico conservador que los libertarios considerarn más ofensivo. Kirk declara que los libertarios, «como Satán, resisten a cualquier autoridad, terrenal o espiritual. Desean ser diferentes, tanto en moral como en política» por una cuestión de principios. Como resultado, «no existe un abismo entre libertarismo y progresismo.»

Una crítica conservadora que los libertarios encuentran más agradable es la de Robert Nisbet. Pero se preocupa demasiado de que «se está desarrollando entre los libertarios un estado mental en el cual las coacciones de la familia, la iglesia, las comunidades locales y la escuela parecerán tan perjudiciales que aquellas provenientes del gobierno. Si es así, esto no hará más que ensanchar el abismo entre libertarios y conservadores». 

Kirk y Nisbet están en lo cierto sobre muchos libertarios a nivel individual, pero no sobre la doctrina formal, como Rothbard, Tibor Machan, y otros han mostrado. Aunque marcar esta distinción entre la doctrina y sus practicantes es difícil para los no-intelectuales. 

Anti-Cristianismo vs Libertad

El 94% de los americanos creen en Dios, aunque el sondeo realizado por Green y Guth muestra que solo el 27% de los activistas y colaboradores del LP son creyentes. Estos politólogos comentan: «Aunque algunos pensadores Libertarios [como Murray N. Rothbard] insisten en que la ortodoxia cristiana es una creencia compatible con el libertarismo, el Partido ciertamente no ha hecho un buen trabajo para atraer a esos adeptos.». De hecho, «muchos Libertarios no solo no son religiosos, sino que son anti-religiosos militantes, tal y como indicaban extensamente en algunos comentarios».

Un sondeo posterior de Liberty, muestra que el 74% de los encuestados negaban la existencia de Dios; esto no es una sorpresa para los editores, quienes mencionaron la «percepción común de que casi todos los libertarios son ateos». 

No estoy defendiendo, por supuesto, que la fe religiosa sea necesaria para el libertarismo. Algunos de nuestros grandes hombres no fueron creyentes. Pero la inmensa mayoría de los americanos son religiosos y muchos libertarios son ateos agresivos que pretenden representar al libertarismo y a la religión como enemigos. Solamente esto, si no se revisa, ya es motivos suficiente para continuar en la marginalidad. 

La familia, los mercados libres, la dignidad del individuo, los derechos de propiedad privada, el propio concepto de libertad... todo esto es producto de nuestra cultura religiosa. 

El Cristianismo dio a luz al individualismo por su énfasis en la sola alma. La Iglesia enseña que Dios nos hubiese enviado a Su Hijo para morir en la cruz aunque únicamente un solo ser humano hubiese necesitado esa intercesión. 

Con su émfasis en la razón, la objetividad de la ley moral, y la propiedad privada, el Cristianismo hizo posible el desarrollo del capitalismo. Enseña que todos los humanos somos iguales ante Dios (aunque solo iguales en este aspecto), y por lo tanto debemos ser iguales ante la ley. Fue la iglesia transnacional la que batalló el nacionalismo, el militarismo, los impuestos altos y la opresión política, y cuyos teólogos proclamaron el tiranicidio como un derecho. 

Acton dijo que «La libertad no ha subsistido al margen del Cristianismo» y deseó que «mantengamos la libertad tan cerca de la moralidad como sea posible», ya que «ningún pueblo puede ser libre sin religión»

Aunque estando de acuerdo en que no es "antireligioso", Machan dice que el libertarismo no permite «la dependencia de la fe en sus propósitos de entendimiento de la ética y la política». Los paleolibertarios prefieren el punto de vista de otros dos no creyentes: Rothbard, quien dice que «todo lo bueno de la civilización occidental, desde la libertad individual a las artes, es debido al Cristianismo» y F.A. Hayek, quien añade que a la religión le «debemos nuestra moral y nuestra tradición que ha provisto no solo nuestra civilización sino nuestras propias vidas».

Autoridad vs Coacción

«¡Cuestiona la autoridad!» dice una pegatina izquierdista, muy popular en los círculos libertarios. Pero los libertarios yerran en equiparar la autoridad del estado con la autoridad social; una sociedad libre es reforzada por la autoridad social. 

Cada negocio requiere una jerarquía para dirigirlo y cada empleador tiene el derecho a esperar obediencia en el sí de su esfera de autoridad. No es diferente que en el caso de la familia, la iglesia, el aula, o incluso en el Rotary o en los Boy Scouts. 

Dar licencia a los sindicatos para cometer crímenes violentos subvierte la autoridad del empleador. Las leyes sobre medicamentos, el Medicare, la Seguridad Social y las escuelas públicas minan la autoridad de la familia. Desterrando a la religión del debate público se debilita la autoridad de la Iglesia. 

En un artículo reciente, Jerome Tucille declara que está luchando por la libertad batallando «la ortodoxia de la Iglesia Católica Apostólica Romana». Pero no hay nada libertario en luchar la ortodoxia católica, al revés, confundiendo deliberadamente sus prejuicios sobre el libertarismo, ayuda a perpetuar el mito de que el libertarismo es libertino. 

La autoridad siempre será necesaria en la sociedad. La autoridad natural se alza desde estructuras sociales voluntarias; la autoridad que no es natural es la impuesta por el Estado. 

Los paleolibertarios están de acuerdo con Nisbet en que «la existencia de la autoridad en un orden social previene la intrusión de poder desde la esfera política.». Únicamente «los efectos restrictivos» de la «autoridad social» hacen posible «un gobierno tan liberal como el que los Padres Fundadores diseñaron.», dice Nisbet y no tenéis «un pueblo libre, sino caótico; ni individos creativos, sino impotentes»

El papel de la familia

Los libertarios tienden a ignorar la función esencial de la familia en formar individuos responsables. La familia tradicional -que nace de la ley natural- es la unidad básida de una sociedad libre y civilizada. La familia promueve valores necesarios para la preservación de una sociedad libre, tales como el amor parental, la autodisciplina, la paciencia, la cooperación, el respeto a los mayores, el autosacrificio. Las familias fomentan los comportamientos morales y proveen la crianza adecuada y con ello la continuación de la estirpe. 

Chesterton dijo que la familia «podria podría ser calificada, en líneas generales, de anarquista» porque los origenes de su autoridad son puramente vountaria; el Estado no la inventó y nadie puede abolirla. 

No obstante, el Estado ataca la familia mediante incentivos económicos perversos. Tal y como destacó Charles Murray, la política social del gobierno federal ha sido altamente responsable del incremento del 450% en el número de nacimientos ilegitimos. 

«La función vital más importante» que desempeña la familia, opinaba Chesterton, «es la educación». Des de la creación de escuelas públicas en el siglo XIX, que buscaban, como dijo Horace Mann, convertir «ciudadanos locales en ciudadanos nacionales», el estado ha atacado el papel de la família en la educación. 

Des de que la función de las escuelas estatales es «moldear esos pequeños trozos de plástico en la tabla social de amasar» -entonces una parte clave de la agenda estatal debe ser subvertir la familia. Los Libertarios, por otro lado, deberían mantenerla y apoyarla. No somos, como muchos comentaristas han declarado, promotores del «individualismo atomista». Deberíamos demosotrarlo al elogiar las funciones indispensales de la familia y de la autoridad social. 

El odio a la cultura occidental

«La cultura» dijo Matthew Arnold, «es conocer lo mejor que se ha dicho y se ha pensado en el mundo». Para nuestra civilización, implica concentrarnos en Occidente. Pero para la izquierda, desde Stanford hasta Nueva York, critica la cultura occidental tachándola de racista, sexista y elitista - digna de la extinción más que de la defensa.

Esa defensa de la cultura occidental es llamada etnocentrismo por los izquierdistas que equiparan Dizzy Gillespie con Bach, Alice Walker con Dostoevski y Georgia O'Keefe con Carravaggio, y por quienes enseñan a nuestros nuestros hijos tales chorradas. Buscan construir un cánon cultural que es sexual y racialmente equilibrado, desequilibrado en todos los demás sentidos. Sin embargo, muchos libertarios están de acuerdo con la izquierda. 

Los libertarios tienen que reencontrarse con los americanos, que están hartos del modernismo en el arte, en la literatura y en las formas, que realmente son un ataque a Occidente. Consideremos el clamor en contra la pornografía subsidiada por el gobierno y el sacrilegio de Robert Mapplethorpe y Andres Serrano. Los americanos sabían instintivamente que el arte subvencionado estaba destinado a ofender las sensibilidades convencionales. No obstante, el típico boletín informativo libertario estaba más molesto con la acertada postura de Jesse Helms que con las subvenciones al Fondo Nacional de las Artes, y mucho menos con la blasfemia o la obscenidad. 

«El arte, como la moral, tiene límites», dijo Chesterton. Los paleolibertarios están de acuerdo y no tienen por qué disculparse por preferir la civilización occidental.

La fotografia porngráfica, el "libre" pensamiento, la pintura caótica, la música atonal, la literatura deconstructivista, la arquitectura Bauhaus y las películas modernistas no tienen nada en común con la agenda política libertaria - no importa cuantos libertarios se deleiten con todo esto. A parte de esas desventajas estéticas y morales, estas "formas de arte" son cargas políticas fuera de Berkeley y Greenwich Village. 

Nosotros obedecemos, y deberíamos obedecer, los gustos y formas tradicionales. Como explica Rothbard: «Hay numerosas areas en la vida» donde «la búsqueda de hábitos y costumbres alivian las tensiones de la vida social y consiguen una sociedad más agradable y armoniosa». 

Albert Jay Nock dijo que en una sociedad libre, «el tribunal del buen gusto y los modales» debería ser la institución más fuerte. Lo llamó la único tribunal de la «indiscutible jurisdicción competente». En este tribunal, muchos libertarios continúan siendo condenados. 

Igualitarismo y derechos civiles

Muchos americanos menosprecian los derechos civiles, y con razón. Con anterioridad, los derechos civiles «significaban los derechos del ciudadano frente al Estado», dijo Sobran. Ahora «significa favorecer el trato a los negros (o cualquier otra minoría) a costa de los demás». 

Pero como muchos libertarios son igualitaristas, han cerrado los ojos ante este asunto o lo han ignorado a propósito. Los paleolibertarios no sufren este problema. Rechazamos no solo la discriminación positiva, sino también la Ley de Derechos Civiles de 1964 y todas las ulteriores leyes que obligan a los propietarios a actuar contra su voluntad. 

La segregación forzada por Estado violaba los derechos de propiedad, y estaba mal, pero también lo es la integración forzada por el estado. No obstante, la segregación forzada por el estado estaba mal porque la separación está mal. 

Desear asociarse con miembros de tu propia raza, nacionalidad, clase, sexo, o incluso partido político es natural y un impulso humano del todo normal. Una sociedad voluntaria tendrá entonces organizaciones de varones, barrios polacos, iglesias negras, clubs de judíos y fraternidades de blancos. 

Cuando el estado elimina el derecho a la libre asociación, no crea una paz social sino desacuerdo. Como Frank S. Meyer escribió, «Los múltiples adaptaciones de las relaciones entre los seres humanos -susceptibles y delicadas, y sobre todo individuales en su esencia- no pueden ser reguladas por el poder gubernamental sin destrozar una sociedad libre». 

Pero la existencia de tales instituciones es un escandalo para los igualitarios. El congresista Ron Paul, candidato presidencial del LP en 1988, fue atacado por los libertarios por oponerse al subvencionado Martin Luther King holiday. King era un socialista que atacó la propiedad privada y apostó por la integración forzada. ¿Como podría él ser un héroe libertario? Sin embargo, lo es -por motivos igualitarios. 

Demasiados libertarios también se unieron con los progresistas tachando de racistas a los no conformistas. Podria ser científicamente falso creer, por ejemplo, que los asiáticos son mas inteligentes que los blancos, ¿pero puede realmente ser inmoral? Desde una perspectiva libertaria, la única inmoralidad sería pretender buscar el reconocimiento estatal de esta creencia, sea correcta o incorrecta. 

Desde un punto de vista cristiano, es ciertamente erróneo tratar injustamente o poco caritativamente a alguien por sus creencias raciales. Está también mal tratar a alguien injustamente o de forma poco caritativa a alguien porque es calbo, peludo, delgado, o gordo. ¿Pero puede ser inmotal preferir la compañía de uno o del otro? 

El progresista negro William Raspberry escribió recientemente sobre el último esglógan de moda en Washington, D.C.: «Es una cosa de negros. No la entenderías». Esta es una «sana conciencia de raza», dice Raspberry. «Pero muéstrame un blanco que diga "Es una cosa de blancos..." y mi actidud cambia». «Un caucus negro en el Congreso es legítimo» pero un «caucus blanco en el congreso es algo inimaginable». «Black is beautiful» es permisible pero «White is beautiful» es el eslógan de los racistas intolerantes. ¿En serio?

No hay nada malo con los negros prefiriendo las «cosas de negros». Pero los paleolibertarios dirían lo mismo de aquellos blancos prefiriendo las «cosas de blancos» o de asiáticos prefiriendo las «cosas de asiáticos». Los paleolibertarios sostenemos una postura nada utópica sobre las relaciones sociales; buscamos simplemente frenar la intervención del estado en las acciones voluntarias. 

Crimen y coacción

El libertarismo es comunmente visto como anti-fuerza. Pero la fuerza será siempre necesaria para defender la agresión contra los criminales y para administrar la justicia. El libertarismo se opone a la agresión contra el inocente, no a la coacción en general. 

El Estado ha sido siempre el agresor primario, pero existe también crimen privado. Mientras la descomposición de la autoridad social invita al estatismo, también lo hace la ausencia de coacción contra el crimen real. Si el crimen es poco castigado o no es castigado, tal y como es típico hoy en día, el comportamiento inmoral es premiado y fomentado, y entonces crece. 

Los progresistas y algunos libertarios nos explican que no hay que ser duros con el crimen, porque gran parte de éste es causado por el racismo. Pero si ese fuese el caso, dados los campos de concentración, la confiscación de la propiedad y la intoleracia extendida, estaríamos amenazados por los "salvajes" japoneses. 

De hecho, el crimen es resutlado de un mal moral, una decisión consciente de atacar la vida o la propiedad de personas inocentes por motivos inmorales. Por esa razón, más que por la disuación, el crímen debería ser castigado rápida y severamente, aunque el sistema libertario de justicia haría uso de la indemnización también. 

El actual monopolio del Estado sobre la producción de seguridad ha fracasado. Las calles de nuestras grandes ciudades se han conertido en el reino de los bárbaros. En la ciudad de Nueva York, las denuncias de asaltos en casas son archivadas y olvidadas. En Washington, D.C., los atracos violentos provocan bostezos a los policias y los fiscales. 

Como todos los burócratas, la policía, los fiscales y los jueces, no tienen incentivos a responder a las demandas del consumidor, en este caso sería la protección ante los crímenes o justícia contra los criminales. No existe soberanía del consumidor cuando el estado tiene el monopolio de luchar contra el crimen, y cuando el unico crimen que trata seriosamente es el que va contra si mismo: falsificación, evasión fiscal... 

Conozco una mujer que vivió en un enclave formado por trabajadores italianos de clase media, rodeados por suburbios de Cleveland. Había crimen sin restricciones alrededor de ese refugio, pero dentro de él, las calles y las casas estaban a salvo. 

Cualquiera que entraba en el área italiana y cometía un crimen era -gracias a la vigilancia privada- casi siempre atrapado. Pero el delincuente era raramente entregado a la policia, dado que sería puesto en libertad al cabo de unas pocas horas y libre de delinquir otra vez. El criminal era castigado al momento, y como resultado, no había casi ningun crimen en ese barrio. 

Aunque probablemente no sea el sistema ideal, fue una justicia dura y libertaria. No obstante, muchos libertarios se oponen a tal sistema -aunque sea una respuesta a un fallo del estado- porque los criminales eran negros. Los paleolibertarios no tienen tal cautela. Debería haber una igualdad de oportunidades para el castigo. 

El retorno al paganismo

El paleolibertarismo es descaradamente pro-Humanidad. Razona -¿y como puede ser esto tan controvertido?- que solo los humanos tienen derechos, y que las políticas públicas basadas en los míticos derechos de los animales o las plantas deben tener resultados perversos.

Los medioambientalistas, por otro lado, declaran que los pájaros, las plantas e incluso el agua marina tiene que ser protegido frente a la producción de enegría y otras actividades humanas. Desde el caracol de mar hasta una simple planta -todos merecen la protección del Estado ante la producción de bienes y servicios para la humanidad. 

Los medioambientalistas también sostienen que la naturaleza estaba en perfecto equilibrio antes de la Era Moderna, y el dañino desarrollo económico humano debe ser debe ser reparado regresando a nuestro nivel más primitivo. Los líderes del Partido Verde inglés idealizan el nivel económico desarrollado entre la caída del Imperio Romano y la coronación de Carlomagno -en otras palabras, los "años oscuros". Los amigos de la Tierra ilustran la Revolución Industrial y sus enormes incrementos en el nivel de vida, como una "viciosa minería a cielo abierto mundial". ¡La tierra primero!, dice, «¡Vuelta al pleistoceno!». 

La descristianización de la política pública nos ha llevado a un movimiento medioambientalista que no solo es anti-capitalista sino también pro-pagano. El paganismo sostiene que el hombre es solamente una parte de la naturaleza -no más importante que las ballenas y los lobos (y, en la práctica, mucho menos importante). El Cristianismo y el Judaísmo, por otro lado, enseñan que Dios creó el hombre a Su imagen y semejanza y le dio el dominio sobre la tierra, que fue creada para el uso del hombre y no como un ente moralmente valuoso en su propio derecho. El orden natural eiste para el hombre y no al revés, y ningún otro entendimiento es compatible con los mercados libres y con la propiedad privada y, por consiguiente, con el libertarismo. 

Los ecologistas acuden a rezar al altar de la Madre Naturaleza, en ocasiones, como en el Gaia Movement, literalmente. Demasiados libertarios se han unido a ellos, dando veracidad a la burla de Chesterton, «las personas que no creen nada creerán en cualquier cosa». 

Los paleolibertarios no tienen remordimientos en preferir la civilización a la jungla. Probablemente estén de acuerdo con Nock cuando dice que «Puedo ver la naturaleza solo como un enemigo: un altamente respectado enemigo, pero un enemigo». Políticamente necesitamos no ser timidos al afirmar que somos pro-Humanidad. Pocos americanos están dispuestos a sacrificar su propiedad y prosperidad para satisfacer el delirio pagano. 

La oportunidad

Si los americanos continuan relacionando el libertarismo con el rechazo a las normas culturales, fracasaremos. Pero si el paleolibertarismo puede romper esa relación, entonces cualquier cosa será posible. 

Incluso los no-paleo libertarios deberían estar insatisfechos de que nuestro movimiento tenga una sola imagen cultural. Deberían dar la bienvenida, en la America conservadora de clase media, a los libertarios que son tradicionalistas culturales y morales. Pero mi sospecha es que no lo harán, y tendremos una desagradable discusión en nuestras manos. Yo doy la bienvenida a esa discusión. 

¿Queremos ser recordados como un pequeño e irrelevante club social como el Partido Libertario? ¿O queremos consumar la promesa de libertad y convertir a nuestro movimiento en una corriente de masas, como lo fue en el siglo XIX? 

El libertarismo culturalmente significativo ha llegado durante la gran agitación en la derecha desde los años 40. Los libertarios pueden y deben conversar de nuevo con los paleoconservadores, que vuelven a resurgir, ahora en proceso de desvincularse del neoconservadurismo. Podemos incluso formar una alianza con ellos. Juntos, paleolibertarios y paleoconservadores podemos reconstruir una gran coalición contra el estado del bienestar y contra el intervencionismo que se desarrolló antes de la Segunda Guerra Mundial y sobrevivió durante la Guerra de Corea. 

Juntos, tenemos la oportunidad de lograr la victoria. Pero primero debemos desechar la imagen que tiene el libertarismo, una imagen repugnante, contraproducente y indignificadora de la libertad. 

En su lugar, deberíamos adoptar una nueva orientación. Una nueva orientación que también es la vieja. En este nuevo movimiento, los libertarios que personifican la actual corrupción se hundirán a su nivel natural, igual que el Partido Libertario, que ha sido su diabólico púlpito. 

Algunos lo encontrarán doloroso; yo lo estoy deseando. Dejemos empezar el proceso purificador, es una necesidad que viene de lejos. 
Lew Rockwell. Enero de 1990

Defensa del paleolibertarismo
Llewellyn Rockwell • marzo 12, 2016
 [El siguiente artículo fue escrito por Llewellyn Rockwell en 1990 en Liberty]

“La debacle conservadora está cerca”, escribe Charles Krauthammer. “Al disolverse el comunismo, lo mismo hace (…) la alianza conservadora”. De hecho, los conservadores pasados de moda (paleoconservadores) se están separando de los neoconservadores estatistas.

Patrick J. Buchanan argumenta que Estados Unidos debería “volver a casa”: no somos “el policía del mundo ni su tutor político”. Ben Wattenberg un neocón defensor de lo que Clare Boothe Luce llamaba “globobobadas”, acusa a Buchanan de ser un “neandertal”. Joseph Sobran luego señala que la democracia no es un bien en sí misma, sino solo en la medida en que restrinja el poder del estado. Jeanne Kirkpatrick (una antigua demócrata de Humphrey, como la mayoría de los neocones) dice que ninguno de estos argumentos intelectuales significa nada porque los neocones tienen el poder del estado y no pretenden perderlo.

A pesar de Kirkpatrick, estas discusiones dentro de la derecha son extremadamente importantes y afectan a algo más que la política exterior. Al irse revelando la URSS como un tigre de papel, los buenos conservadores están volviendo a sus raíces de la Vieja Derecha también en otras áreas.

Los conservadores están cuestionando no solo las intervenciones en el extranjero, sino todo el aparato de New Deal-Gran Sociedad-más amable y gentil. Esto preocupa aún más de los neocones, ya que (como su Svengali Irving Kristol) dan como mucho “dos hurras por el capitalismo”, pero tres completas por el “estado conservador del bienestar”.

Esta debacle conservadora representa una oportunidad histórica para el movimiento libertario. La Guerra Fría dividió a la derecha y ahora puede empezar la curación, pues el axioma de Lord Acton de que “la libertad es el fin político más alto del hombre” está en el núcleo no solo del libertarismo, sino también del viejo conservadurismo. Muchos asuntos separan a los buenos conservadores de los buenos libertarios, pero su número está disminuyendo y ninguno de ellos es tan amplio como para impedir un intercambio y cooperación inteligentes.

Sin embargo ha habido más que disputas ideológicas: la cultura también nos ha separado y no hay unificador o divisor más poderoso. Ha sido tan divisora en este caso que los buenos libertarios y los buenos conservadores han olvidado como hablar unos con otros.

Por el bien de nuestros ideales comunes deberíamos restaurar la antigua concordia. ¿Pero podemos? En mi opinión, no hasta que el libertarismo se despioje.

Los conservadores tienen razón: La libertad no es suficiente
Los conservadores siempre han argumentado que la libertad política es una condición necesaria pero no suficiente para la buena sociedad y tienen razón. Tampoco es suficiente para la sociedad libre. También necesitamos instituciones sociales y patrones que animen la virtud pública y protejan al individuo del estado.

Por desgracia, muchos libertarios (especialmente los del Partido Libertario) ven a la libertad como necesaria y suficiente para todos los fines. Lo que es peor, hacen equivaler a la libertad frente a la opresión del estado con la libertad frente a las normas culturales, la religión, la moral burguesa y la autoridad social.

En sus 17 años de historia, el PL puede que nunca haya conseguido un 1% en las elecciones nacionales, pero ha calumniado la idea política más gloriosa de la historia humana con basura libertina. Por el bien de esa gloriosa idea, es hora de sacar los cepillos de frotar.

La mayoría de los estadounidenses están de acurdo en que la agresión contra los inocentes y sus propiedad está mal. Aunque estos millones sean libertarios potenciales, les desconcierta el aspecto Woodstock del movimiento. Hair puede haber desaparecido de Broadway hace mucho, pero la era de Acuario sobrevive en el PL.

Las antinormas culturales que impregnan la imagen libertaria son aborrecibles, no tienen nada que ver con el libertarismo en sí y son un peso muerto. Si no nos deshacemos de ese peso, perderemos la mejor oportunidad en décadas.

Los estadounidenses rechazan el Partido Demócrata nacional porque lo ven desdeñar los valores burgueses. Si alguna vez han oído hablar del PL, lo rechazan por razones similares.

El Partido Libertario probablemente sea irreformable (e irrelevante si no lo fuera). Pero si no limpiamos al libertarismo de esta imagen cultural, nuestro movimiento fracasaría tan miserablemente como lo ha hecho el PL. Continuaremos siendo vistos como una secta que “se resiste a la autoridad” y no solo al estatismo, que apoya los comportamientos que legalizaría y que rechaza los patrones de lo civilización occidental.

Los argumentos contra la guerra contra las drogas, no importa lo convincentes que sean intelectualmente, están desautorizados cuando vienen del partido de los colgados. Cuando el PL nomina a una prostituta para subgobernadora de California y esta se convierte en una celebridad admirada del PL, ¿cómo pueden los estadounidenses normales no pensar que el libertarismo es hostil a las normas sociales o que la legalización de acciones como la prostitución significa aprobación moral? No podría haber mayor suicidio político o relación moralmente falsa, pero el PL la ha creado.

Con sus creencias contraculturales, muchos libertarios han evitado asuntos de creciente importancia para los estadounidenses de clase media, como derechos civiles, delincuencia y ecologismo.

La única forma de eliminar el vínculo del libertarismo con el libertinismo es con un debate limpiador. Quiero empezar ese debate y sobre las bases adecuadas. Como decía G.K. Chesterton, “Estamos de acuerdo sobre lo malo, es sobre lo bueno sobre lo que deberíamos sacarnos los ojos”.

Un libertarismo culturalmente eficaz para Estados Unidos
Si queremos tener alguna oportunidad de victoria, debemos descartar el marco cultural defectuoso del libertarismo. Llamo a si remplazo sugerido, con principios culturales basados éticamente, “paleolibertarismo”: el viejo libertarismo.

Uso el término como los conservadores usan el paleoconservadurismo: no como un nuevo credo, sino una vuelta a sus raíces que también les distinguen de los neocones. No tenemos ningún paralelismo con los neocones, pero es igual de urgente que distingamos el libertarismo del libertinismo.

Brevemente, el paleolibertarismo, con sus raíces profundizando en la Vieja Derecha, ve:

El Leviatán del estado como la fuente institucional de mal a lo largo de la historia.
El mercado libre no intervenido como un imperativo moral y práctico.
La propiedad privada como una necesidad económica y moral para un sociedad libre.
La guarnición del estado como una amenaza importante para la libertad y el bienestar social.
El estado de bienestar como un robo organizado que victimiza a los productores e incluso eventualmente a sus “clientes”.
Las libertades civiles basadas en lo derechos de propiedad como esenciales para una sociedad justa.
La ética igualitaria como reprensible moralmente y destructiva de la propiedad privada y la autoridad social.
La autoridad social (encarnada en familia, iglesia, comunidad y otras instituciones intermediadoras) como algo que ayuda a proteger al individuo frente al estado y como necesaria para una sociedad libre y virtuosa.
La cultura occidental como digna esencialmente de conservación y defensa.
Los patrones objetivos de moralidad, especialmente los que se encuentran en la tradición judeocristiana, como esenciales para el orden social libre y civilizado.
¿Es libertario el paleolibertarismo?
El libertario debe estar de acuerdo con los seis primeros puntos, pero la mayoría de los activistas se enfurecerían con los últimos cuatro. Pero no hay nada antilibertario en ellos.

Un crítico podría señalar que el libertarismo es una doctrina política con nada que decir acerca de estos asuntos. En un sentido, el crítico podría tener razón. El catequista libertario solo necesita saber una respuesta a una pregunta: ¿Cuál es el fin político más importante del hombre? La respuesta: la libertad.

Pero no existe ninguna filosofía política en un vació cultural y para la mayoría de la gente la identidad política es solo una abstracción de una visión cultural más amplia. Las dos se separan solo a nivel teórico; en la práctica, están inextricablemente unidas.

Por tanto es comprensible y deseable que el libertarismo tenga un tono cultural, pero no que sea antirreligoso, modernista, relativista moralmente e igualitario. Este tono repele directamente a la gran mayoría de los estadounidenses y ha ayudado a que el libertarismo sea un movimiento tan pequeño.

El ataque conservador al libertarismo
Ninguna de las críticas conservadoras de la filosofía política del libertarismo es convincente. Por desgracia, no pasa lo mismo con las críticas culturales. Russell Kirk es el crítico conservador que los libertarios consideran más ofensivo. Afirma que el libertario, “como Satán, no puede soportar ninguna autoridad temporal o espiritual. Desea ser distinto, tanto en moral como en política” como un asunto de principios. Como consecuencia, “no hay una gran diferencia entre el libertarismo y el libertinismo”.

Un crítico conservador que los libertarios consideran más simpático es Robert Nisbet. Pero a él también le preocupa que “se esté desarrollando un estado mental entre libertarios en el que las coacciones de la familia, la iglesia, la comunidad local y la escuela parezcan casi tan perjudiciales como las del gobierno político. Si es así, esto es muy probable que amplíe la distancia entre libertarios y conservadores”.

Kirk y Nosbet tienen razón respecto de demasiadas personas libertarias, , pero no acerca de la doctrina formal, como han demostrado Rothbard, Tibor Machan y otros. Aun así, esta distinción entre la doctrina y sus practicantes es difícil de llevar a cabo por parte de no intelectuales.

Anticristianismo frente a libertad
El 94% de los estadounidenses creen en Dios, mientras que una encuesta de Green y Guth demostraba que solo lo hace el 27% de los activistas-contribuidores del PL. Estos politólogos comentan: “Aunque algunos pensadores libertarios [como Murray N. Rothbard] insisten en que las creencias ortodoxas cristianas son compatibles con [sus ideas políticas], el Partido indudablemente no ha actuado bien para atraer esos apoyos”. De hecho, “muchos libertarios no solo son arreligiosos, sino militantemente antirreligiosos, como indican los extensos comentarios recibidos”.

Una encuesta posterior de Liberty indicaba que el 74% de los encuestados negaba la existencia de Dios y esto no es una sorpresa para los editores, que mencionan la “percepción común de que casi todos los libertarios son ateos”.

Por supuesto, no argumento que la fe religiosa sea necesaria para el libertarismo. Algunos de nuestros mejores hombres no han sido creyentes. Pero la enorme mayoría de los estadounidenses son religiosos y demasiados libertarios son ateos agresivos que buscan mostrar a la religión y el libertarismo como enemigos. Solo eso, si no se controla, basta para asegurar nuestra continua marginalización.

La familia, le libre mercado, la dignidad del individuo, los derechos de propiedad privada, el mismo concepto de libertad, todos son producto de nuestra cultura religiosa.

El cristianismo hizo nacer el individualismo al destacar la importancia del alma individual. La iglesia enseña que Dios habría enviado a su hijo a morir en la cruz si un solo hombre hubiera necesitado su intercesión.

Con su énfasis en la razón, el derecho moral objetivo y propiedad privada, el cristianismo hizo posible el desarrollo del capitalismo. Enseñó que todos los hombres eran igualmente hijos de Dios (aunque no iguales en ningún otro sentido) y por tanto debían ser iguales ante la ley. Fue la iglesia transnacional la que luchó contra el nacionalismo, el militarismo, los altos impuestos y la opresión política y sus teólogos proclamaron el derecho al tiranicidio.

Acton decía que “La libertad no ha subsistido fuera del cristianismo” y pedía que “mantuviésemos la libertad tan cerca como sea posible de la moralidad”, ya que “ningún país puede ser libre sin religión”.

Aunque esté de acuerdo en que no es “antirreligioso”, Machan dice que el libertarismo no permite “confiar en la fe para fines de comprensión de ética y política”.  Los paleolibertarios prefieren la opinión de otros dos no creyentes: Rothbard, que dice que “todo lo bueno de la civilización occidental, de la libertad individual a las artes, se debe al cristianismo” y F.A, Hayek, que añade que es a la religión a la que “debemos nuestra moral y la tradición que provisto no solo nuestra civilización sino nuestras mismas vidas”.

Autoridad frente a coacción
“¡Cuestiona la autoridad!” dice una pegatina izquierdista en círculos libertarios. Pero los libertarios se equivocan al difuminar la distinción entre autoridad estatal y autoridad social, pues una sociedad libre está reforzada por la autoridad social. Toda empresa requiera una jerarquía de mando y todo empresario tiene derecho a esperar obediencia dentro de su esfera apropiada de autoridad. No es distinto en la familia, la iglesia, el aula o incluso entre los rotarios y los boy scouts.

Dar a los sindicatos licencia para cometer delitos violentos subvierte la autoridad del empresario. La leyes sobre drogas, Medicare, la Seguridad Social y las escuelas públicas debilidad la autoridad de la familia. Prohibir la religión en el debate público debilita la autoridad de la iglesia.

En un artículo reciente, Jerome Tucille afirma que está luchando por la libertad atacando “la ortodoxia de la Iglesia Católica Romana”. Pero no hay nada libertario en luchar contra la ortodoxia, católica o la que sea, y al confundir deliberadamente sus prejuicios con el libertarismo, ayuda a perpetuar el mito de que el libertarismo es libertino.

La autoridad siempre será necesaria en la sociedad. La autoridad natural deriva de las estructuras sociales voluntarias, la autoridad antinatural es impuesta por el estado.

Los paleolibertarios están de acuerdo con Nisbet en que “la existencia de autoridad en el orden social impide invasiones de poder desde la esfera política”. Solo “los efectos restrictivos y rectores” de “la autoridad social” hacen posible “un gobierno polúitico tan liberal como el que idearon los Padres Fundadores. Eliminad los lazos sociales “, dice Nisbet, y tendréis “un pueblo no libre, sino caótico, individuos no creativos sino impotentes”.

El papel de la familia
Los libertarios tienden a ignorar la tarea esencial de la familia en formar a la persona responsable. La familia tradicional (que deriva del derecho natural) es la unidad básica de una sociedad libre y civilizada. La familia promueve los valores necesarios para la conservación de una sociedad libre como el amor paternal, la autodisciplina, la paciencia, la cooperación, el respeto por los mayores y el autosacrificio. Las familias estimulan el comportamiento moral y proporcionan una cría adecuada de los niños y así la continuación de la raza.

Chesterton decía que la familia “solo podría calificarse como anarquista de una forma vaga” porque los orígenes de su autoridad son puramente voluntarios: el estado no la inventó ni puede abolirla.

Pero el estado ataca a la familia mediante incentivos económicos perversos. Como ha señalado Charles Murray, la política social federal ha sido en buena parte responsable del aumento del 140% de nacimientos ilegítimos en los últimos 30 años.

“La función más vital” que lleva a cabo la familia, pensaba Chesterton, “es la de la educación”. Pero desde la creación de las escuelas públicas en el siglo XIX, que pretendían, en expresión de Horace Mann, convertir a “los ciudadanos locales en ciudadanos nacionales”, el estado ha atacado la función educativa de la familia.

Como el papel de las escuelas estatales es (como dijo un funcionario) “moldear estas pequeñas masas de plástico en la artesa social”, entonces una parte clave del programa del estado debe ser subvertir la familia. Los libertarios, por el contrario, deberían alabarla y apoyarla. No somos, como han afirmado muchos comentaristas, promotores del “individualismo atomista”. Deberíamos mostrar esos alabando los papeles indispensables de la familia y la autoridad social.

Odio a la cultura occidental
“Cultura”, decía Matthew Arnold, “es saber lo mejor que se ha dicho y pensado en el mundo”. Para nuestra civilización, eso significa concentrarse en occidente. Pero la izquierda, de Stanford a Nueva York, denuncia la cultura occidental como racista, sexista y elitista, mereciendo más su extinción que su defensa.

Los que defienden la cultura occidental son llamados etnocentristas por izquierdistas que igualan a Dizzy Gillespie con Bach, Alice Walker con Dostoevski y Georgia O’Keefe con Carravaggio y enseñan esas majaderías a nuestros hijos. Tratan de construir un canon contracultural que esté “equilibrado” sexual y racialmente, lo que significa desequilibrado en cualquier otro sentido. Aun así, en estos asuntos culturales, demasiados libertarios están de acuerdo con la izquierda.

Los libertarios tienen que reconciliarse con el pueblo estadounidense, que está harto de modernismo en arte, literatura y modales que es en realidad un ataque a occidente. Pensad en el clamor contra la pornografía y sacrilegio pagados por el gobierno de Robert Mapplethorpe y Andres Serrano. El pueblo sabía instintivamente que el establishment del arte de Estados Unidos financiado con impuestos se dedica a ofender sensibilidades burguesas. Y aun así, la revista libertaria típica está más preocupada por la postura correcta de Jesse Helms sobre esta atrocidad que por la financiación del contribuyente al National Endowment for the Arts, no digamos ya por la blasfemia u obscenidad.

“El arte, como la moralidad, consiste en poner una línea en alguna parte”, decía Chesterton. Los paleolibertarios están de acuerdo y no piden ningún perdón por preferir la civilización occidental.

La fotografía pornográfica, el pensamiento “libre”, la pintura caótica, la música atonal, la literatura deconstruccionista, la arquitectura Bauhaus y las películas modernistas no tienen nada en común con el programa político libertario, sin que importe cuánto puedan revelar en ellos algunos libertarios individuales. Además de su estética y discapacidades morales, estas “formas de arte” son pasivos políticos fuera de Berkeley y Greenwich Village.

Obedecemos y tenemos que obedecer  a las tradiciones de modales y  buen gusto. Como explica Rothbard: “Hay numerosas áreas de la vida” en las que “seguir la costumbre evita las tensiones de la vida social y crean un sociedad más confortable y armoniosa”.

Albert Jay Nock decía que en una sociedad libre “El tribunal del buen gusto y los modales” debería ser la institución más fuerte. Lo llamaba el único tribunal de “jurisdicción competencia irrebatible”. En este tribunal, muchos libertarios están condenados.

Igualitarismo y derechos civiles
La mayoría de los estadounidenses menosprecian los derechos civiles y con razón. En otros tiempos los derechos civiles “significaban los derechos de los ciudadanos frente al estado”, dice Sobran. Ahora “significan un trato de favor para negros (u otras minorías) a costa de todos los demás”.

Pero como muchos libertarios son igualitarios, o están ciegos ante esto o lo ignoran a propósito. Los paleolibertarios no sufren esa responsabilidad. Rechanzan no solo la acción afirmativa, las reservas y las cuotas, sino también la Ley de Derechos Civiles de 1964 y todas las leyes subsiguientes que obligan a los dueños de propiedades a actuar contra su voluntad.

La segregación obligada por el estado, que también violaba los derechos de propiedad, era mala, pero también lo es la integración obligada por el estado. Sin embargo, la segregación obligada por el estado no era mala porque la separación sea mala.

Querer asociarse con miembros de la propia raza, nacionalidad, religión, clase, sexo o incluso partido político es un impulso natural y normal. Una sociedad voluntaria por tanto tendrá organizaciones masculinas, barrios polacos, iglesias negras, clubes judíos y fraternidades blancas.

Cuando es estado deroga el derecho de libre asociación, no crea paz social sino discordia. Como escribía Frank S. Meyer: “Los múltiples ajustes de las relaciones de los seres humanos (sensibles y delicadas y sobre todo individuales en su esencia) nunca pueden regularse por el poder gubernamental sin un desastre para la sociedad libre”.

Pero la existencia de esas instituciones es un escándalo para los igualitaristas. El congresista Ron Paul, candidato presidencial del PL en 1988, fue atacado por libertarios por oponerse a la fiesta de Martin Luther King financiada con impuestos. King fue un socialista que atacaba la propiedad privada y defendía una integración forzosa. ¿Cómo podría ser un héroe libertario? Pero lo es, por razones igualitarias.

Demasiados libertarios también se unen a los progresistas en usar la acusación de racismo para atacar a los inconformistas. Puede ser científicamente falso creer, por ejemplo, que los asiáticos sean más inteligentes que los blancos, ¿pero puede ser realmente inmoral? Desde una perspectiva libertaria, la única inmoralidad sería buscar el reconocimiento estatal de esta creencia, sea correcta o incorrecta.

Desde un punto de vista cristiano, está indudablemente mal tratar a alguien injustamente o sin caridad como resultado de creencias racistas. También está mal tratar a alguien injustamente o sin caridad porque es calvo, peludo, flaco o gordo. ¿Pero puede ser inmoral preferir la compañía de uno al otro?

El liberal negro William Raspberry escribía recientemente sobre el nuevo lema en Washington: “Es algo negro. No lo entenderías”.

Esto es “conciencia de raza de una forma sana”, dice Raspberry. “Pero mostradme a un blanco con ‘Es algo blanco…’ y mi actitud cambia”, dice Raspberry. “Un caucus negro para el Congreso es legítmo” pero “un caucus negro para el Congreso sería impensable”. “Lo negro es bello”, es permisible pero “Lo blanco es bello es el lema de los racistas”. ¿Oh?

No hay nada malo en que los negros prefieran “algo negro”. Pero los paleolibertarios dirían lo mismo acerca de los blancos prefiriendo “algo blanco” o los asiáticos “algo asiático”. Los paleolibertarios no tienen ninguna visión utópica de las relaciones sociales, solo queremos que el estado deje de interferir en las acciones voluntarias.

Crimen y coacción
El libertarismo se ve en general como anti-fuerza. Pero la fuerza siempre será necesaria para defenderse de los delincuentes y para administrar justicia. El libertarismo se opone a la agresión contra el inocente, no a la coacción en general.

El estado ha sido siempre el principal agresor, pero también hay delito privado. Igual que la quiebra de la autoridad social invita al estatismo, lo mismo hace la ausencia de coacción contra el delito real. Si el delito queda impune o se castiga suavemente, como suele pasar hoy, el comportamiento inmoral se recompensa y estimula y por tanto aumenta.

Los progresistas y algunos libertarios no piden que seamos benignos con el delito porque mucho se debe al racismo blanco. Pero si fuera así, dados los campos de concentración, las expropiaciones de propiedades y el racismo extendido, estaríamos amenazados por los “salvajes” japoneses.

De hecho el delito es un resultado de una maldad moral, una decisión consciente de atacar vidas inocentes y propiedades para motivos inmorales. Por esa razón, incluso más que por la disuasión, el delito debe castigarse rápida y duramente, aunque un sistema libertario de justicia penal haría también uso de las indemnizaciones.

El actual monopolio estatal sobre la producción de seguridad interna es un fracaso. Las calles de nuestras grandes ciudades se han convertido en reinos bárbaros (si eso no es un insulto para los visigodos). En Nueva York, los informes de robos en hogares se realizan y olvidan. En Washington, los atracos violentos consiguen bostezos policiales y fiscales.

Como todos los burócratas, policía, fiscales y jueces no tienen incentivos para responder a la demanda del consumidor, en este caso los presuntos consumidores de protección frente al delito o de justicia contra los delincuentes. No hay soberanía del consumidor cuando el estado tiene un monopolio de lucha contra el delito y cuando los únicos delitos que trata seriamente son aquellos que van contra él: falsificación de moneda, evasión de impuestos, etc.

Conozco a una mujer que vivía en un enclave de italianos de clase trabajadora rodeado por chabolas en Cleveland. El delito no tenía límites en torno a este refugio, pero en é las calles y viviendas eran seguras.

Cualquiera que entrara en la zona italiana y cometiera un delito era casi siempre atrapado (gracias a la vigilancia privada). Pero el delincuente raras veces se entregaba a la policía, ya que sería liberado en pocas horas y podría delinquir de nuevo. Al delincuente se le castigaba ahí mismo y, como consecuencia, no había casi ningún delito en este barrio.

Aunque no pueda ser un sistema ideal, era justicia dura y eminentemente libertaria. Aun así, muchos libertarios se opondrían a ese sistema (aunque fuera una respuesta al fracaso estatal) porque los delincuentes eran negros. Los paleolibertarios no tienen esas reservas. Habría igualdad de oportunidades en el castigo.

El retorno del paganismo
El paleolibertarismo es abiertamente pro-Hombre. Argumenta (¿y cómo puede ser discutido esto?) que solo el hombre tiene derechos y que las políticas públicas basadas en derechos míticos de animales o plantas deben tener resultados perversos.

Los ecologistas, por el contrario, afirman que pájaros, plantas e incluso el agua del mar tienen el derecho a ser protegidos de la producción de energía y otras actividades humanas. Desde el pez caracol a las escrofuláceas a la vida salvaje en su conjunto, todo merece la protección del estado frente a la producción de bienes y servicios para la humanidad.

Los ecologistas afirman que la naturaleza estaba en perfecto equilibrio antes de la era moderna y el “dañino” desarrollo económico humano debe repararse devolviéndonos a un nivel más primitivo. Los líderes del Partido Verde de Inglaterra idealizan el nivel de desarrollo económico entre la caída del Imperio Romano y la coronación de Carlomagno, en otras palabras, la Edad Media. Friends of the Earth caracteriza a la Revolución Industrial y a su enorme aumento en los niveles de vida como “una malévola minería en todo el mundo”. Earthfirst! dice “¡Volvamos al pleistoceno!”

La descristianización de las políticas públicas ha generado un movimiento ecologista que no solo el anticapitalista sino pro-pagano. El paganismo sostiene que el hombre es solo una parte de la naturaleza, no más importante que las ballenas o los lobos (y, en la práctica, mucho menos importante). El cristianismo y el judaísmo, por el contrario, enseñan que Dios creó al hombre a su imagen y le dio el dominio sobre la tierra, que fue creada para el uso del hombre y no como una entidad moralmente valiosa por sí misma. El orden natural existe para el hombre y al contrario y ninguna otra forma de entenderlo es compatible con un mercado libre y propiedad privada, ni por tanto con el libertarismo.

Los ecologistas adoran el altar de la Madre Naturaleza, a veces literalmente, como en el Movimiento Gaia. Demasiados libertarios se unen a ellos, demostrando el dicho de Chesterton de que “la gente que no cree en nada, cree en cualquier cosa”.

Los paleolibertarios no tienen remordimientos en preferir la civilización a lo salvaje. Es probable que estén de acuerdo con Nock en que “Solo pudo ver a la naturaleza como un enemigo; un enemigo muy respetable, pero un enemigo”. Políticamente no debemos ser tímidos en ser pro-Hombre. Pocos estadounidenses están dispuestos a sacrificar su propiedad y prosperidad para satisfacer engaños paganos.

El desafío
Si el pueblo estadounidense continúa relacionando libertarismo con normas culturales repelentes, fracasaremos. Pero si el paleolibertarismo puede romper con esa relación, entonces todo es posible.

Incluso los no paleolibertarios tendrían que entristecerse porque nuestro movimiento tenga una única imagen cultural. Tendrían que dar la bienvenida, entre la clase media estadounidense, a libertarios que sean tradicionalistas culturales y morales. Pero creo que no lo harán y que tendremos una pelea desagradable en nuestras manos. Por lo menos yo doy la bienvenida a esa pelea.

¿Queremos ser un club social pequeño e irrelevante como el PL? ¿O queremos cumplir la promesa de libertad y hacer que nuestro movimiento vuelva a ser masivo como lo era en el siglo XIX?

El libertarismo culturalmente significativo ha llegado durante la mayor perturbación en la derecha desde la década de 1940. Los libertarios pueden y deben hablar de nuevo con los resurgidos paleoconservadores, ahora en el proceso de romper con los neocones. Podemos incluso aliarnos con ellos. Juntos, paleolibertarios y paleoconservadores pueden reconstruir la gran coalición contra el estado del bienestar y el intervencionismo que prosperó antes de la Segunda Guerra Mundial y sobrevivió durante la Guerra de Corea.

Juntos, tenemos una posibilidad de lograr la victoria. Pero primero debemos despojarnos de la imagen libertaria como repugnante, autodestructora e indigna de libertad.

Por el contrario, debemos adoptar una nueva orientación. Qué bien que sea también la antigua. En el nuevo movimiento, los libertarios que representen la corrupción actual caerán a su nivel natural, igual que el Partido Libertario, que ha sido su diabólico púlpito.


Algunos encontrarán esto doloroso, yo lo ansío. Que empiece el proceso de limpieza, hace tiempo se necesita.


Conservadurismo libertario


El conservadurismo libertario o libertarismo conservador es un término que describe ciertas ideologías políticas que procuran fusionar las ideas libertarias y las ideas conservadoras con respecto a la necesidad de un gobierno pequeño (o la ausencia de gobierno) y de un estilo de vida tradicional pero respetuoso de la libertad individualFrank Meyer, cofundador de National Review, denominó esto "fusionismo", un término político norteamericano.1 2 3 Sin embargo aquellos que se denominan "conservadores libertarios" pueden no coincidir entre ellos en muchos otros aspectos como por ejemplo en los temas de migraciónpropiedad pública, la intervención militar versus la no intervención, el reformismo político/constitucionalismo versus el secesionismo, etc.
Anthony Gregory ha escrito que el "libertarismo (conservador) puede referirse a cualquier número de orientaciones políticas variables y en ocasiones mutuamente excluyentes", tales como "el interesado principalmente en las libertades económicas", siguiendo el "el estilo de vida conservador de la derecha libertaria", la búsqueda "de otros para que abrazen su propio estilo de vida conservador", considerar a las empresas grandes "como una gran víctima del Estado", a favor de una "fuerte defensa nacional" y tener "una oposición Old Right al imperio." Sostiene que la cuestión no es de derecha o de izquierda, sino "si una persona ve al Estado como un peligro importante o sola otra institución a ser reformada y dirigida hacia un objetivo político."4
Freedom & Virtue: The Conservative Libertarian Debate, editado por George W. Carey, contiene ensayos que describen "la tensión entre la libertad y la moralidad" como "la brecha principal que divide las dos filosofías."5 Los conservadores sostienen que los valores compartidos, la moral, las normas y las tradiciones son necesarias para el orden social, mientras que los libertarios consideran la libertad individual como el valor más alto. Los libertarios que mantienen limitar el Estado pero preservando los valores culturales se hacen llamar libertarios conservadores, en contraste con los libertarios que buscan aumentar sus opciones de estilo de vida.6
Laurence M. Vance escribió que "Algunos libertarios consideran al libertarismo un estilo de vida más que una filosofía política ... Estos libertarios de "estilo de vida" o "cosmopolitas", algunos de los cuales - en detrimento de su causa - son condescendientes, snobs pomposos, no se contentan con los libertarios conservadores personalmente y culturalmente (como Ron Paul) tolerando la diversidad, sino que quieren asimismo celebrar la depravación. Al parecer, no saben la diferencia entre el libertarismo y el libertinaje".7 Sin embargo, Edward Feser destacó que el libertarismo no requiere que las personas rechacen los valores tradicionales conservadores.1
El congresista por Wisconsin, Paul Ryan, ha dicho que "Un "libertario" que quiere un gobierno limitado debería incluir los medios para su libertad: prósperas instituciones mediadoras que crean las condiciones morales de los mercados económicos y la elección. Un conservador en "cuestiones sociales" con celo por la justicia debe insistir en una economía de libre mercado para abastecer las necesidades materiales de las familias, escuelas e iglesias que inspiran la vida moral y espiritual. En pocas palabras, la idea de separar lo social de los problemas económicos es una opción falsa. Se derivan de la misma raíz."8



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